Llegar a la ciudad de Nueva York el día que se celebraba el
Fashion's Night Out, además de una coincidencia, fue una bendición. La
experiencia fue única e irrepetible y la pasé de 10.
Esta mítica noche que se celebra anualmente en diversos
puntos del globo, tiene como finalidad que compres, compres y por su puesto,
sigas comprando. Y para ello las tiendas están abiertas hasta entrada la
medianoche, con djs, bandas en vivo, tragos, modelos y celebrities en su
interior, para que el acto de comprar sea toda una fiesta.
Yo no compré nada, pero en la tienda de Alexander Wang tuve
la grata sorpresa de encontrarme con el mismísimo Alexander Wang con quien tuve
un pequeño intercambio de palabras y una foto.
En Desigual descubrí a la gente más cool de todo Manhattan, casi
un espectáculo, y por su puesto, pura inspiración.
Si bien el evento se llevaba a cabo a lo largo y ancho de
toda la isla, en el Soho estaban la mayoría de los newyorkinos deseosos de
hacer shopping, por lo que llegar de una esquina a la otra era cuestión de
varios largos minutos, pero bien valían la pena mientras uno sacaba fotos y
miraba hacia el interior de cada tienda para elegir a cuál entrar.
Al fin y al cabo lo importante de la noche no era la
cuestión existencialista de comprar o no comprar, sino la esencia de la fiesta:
gente con ganas de divertirse, lookearse, pasear, conocer y compartir una
pasión en común: la moda.
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